Tristeza, decepción, dolor, enfado, frustración, ansiedad, nostalgia… son muchos y diversos los sentimientos que nos asaltan al enfrentarnos a un divorcio. Uno de los más extendidos, cuando finaliza la vida en común y se siente la ausencia del otro, es la soledad, sobre todo en casos de separación en los que no hay hijos. Lidiar con la soledad puede resultar difícil, pero manejarla correctamente es fundamental para pasar página y darte cuenta de que surgen muchas oportunidades para construir una nueva vida. En este proceso ser capaz de establecer nuevos objetivos es crucial para la recuperación y el crecimiento después de una separación.
La soledad tras el divorcio.
La soledad después de un divorcio puede ser abrumadora. La adaptación a una nueva vida sin la pareja suele generar sentimientos de aislamiento y pérdida. Por lo general, cuando la persona es consciente de la ausencia de su pareja y que todos esos planes y metas en conjunto ya no existen, es cuando uno empieza a experimentar la soledad. Es evidente que uno puede sentir que ha perdido el tiempo al apostar por determinada persona y sentir que ha fracasado en el logro de los objetivos como: el formar una familia, crear un negocio, comprar una casa, etc. También es cierto que, en algunos casos, esa soledad es esperada e incluso deseada.
Asesoramiento emocional y profesional.
Llamar a amigos y familiares para crear una red de apoyo firme y buscar compañía en los primeros momentos es una buena opción. Sin embargo, en ocasiones, hace falta buscar ayuda especializada y profesional para realizar un proceso de sanación desde el interior. Tu abogado puede recomendarte profesionales de la salud mental que te ayuden a abordar aspectos emocionales. Este apoyo integral contribuye a un proceso de curación más completo y sostenible.
Asumir y disfrutar de la soledad.
Apuestes o no por la ayuda profesional, el tiempo te enseñará que la soledad tampoco es mala: te permite un espacio para la reflexión y disfrutar de tu propia compañía. Este es un don que pocos suelen tener: convertir la soledad en una gran compañera que permite la realización personal. Además, aprenderás a repartir mejor el tiempo que pasas acompañado y el tiempo que quieres pasar a solas.
Establecimiento de objetivos personales y profesionales.
La realidad post-divorcio presenta una oportunidad única para reevaluar y redefinir tus metas vitales. Tienes que trabajar para establecer objetivos claros y alcanzables que estructuren una nueva vida tras el matrimonio. No hace falta que, en un principio, sean grande objetivos. Basta con empezar un nuevo proyecto personal, algo que sea completamente propio. ¿Siempre has querido escribir un libro? ¿quieres aprender a pintar? ¡Es el momento! Poco a poco podrás plantearte metas más ambiciosas y complejas.
Como ves, el proceso de recuperación tras un divorcio no solo consiste en resolver cuestiones legales, también existe una búsqueda personal para encontrar la felicidad y fijar propósitos en la nueva etapa que se abre ante ti. Con el apoyo adecuado, podrás transformar la soledad en una oportunidad para redescubrirte y afrontar con confianza nuevos y emocionantes capítulos de tu vida.